Evangelización Urbana (parte 2)

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*Esta es la continuación del artículo publicado en la entrada anterior

 Debemos ser una presencia continua en nuestra ciudad. 

Jeremías continúa su profecía y les dice a los israelitas que casen a sus hijos y que se multipliquen. Estamos hablando de un impacto generacional en la ciudad – nuestro evangelismo debe producir transformación y cambio que serán visibles a las generaciones en la ciudad. 

Para impactar generaciones a través de métodos evangelísticos, debemos abrazar una postura que desafíe los sistemas sociales de hoy en día. Debemos empezar a conocer a los jóvenes que están siendo invitados por las pandillas en nuestros vecindarios, a los niños que están siendo forzados y utilizados en la trata de personas, a las familias rotas que están buscando sanidad en el alcohol y las drogas. Vamos a tener que ensuciarnos las manos. El evangelismo urbano no es fácil – es desgarrador. Cuando empecemos a ver a las personas que NECESITAN las buenas noticias de Jesús, empezaremos a responder diferente a esos ambientes. 

 Hace poco hablé con algunos plantadores de iglesias urbanas que se encuentran en un área que está llena de edificios de apartamentos. Me contaron acerca del edificio en el que ellos se sienten más cómodos – el edificio donde la pandilla del vecindario está a cargo de quién entra y quién sale. Al principio, ellos estaban nerviosos cada vez que pensaban en ir a ese edificio. Pero como ahora ellos son conocidos por los vecinos como “buenas personas que están sirviendo a Dios,” la pandilla les protege. Sonrío al pensar en el día cuando escuchemos que los miembros de la pandilla han rendido sus vidas a Cristo, y que ellos empiezan a ver cambios sociales y generacionales en sus vidas. 

Debemos orar por nuestra ciudad. 

Quizá la instrucción más evidente que podemos tomar de Jeremías es: procuren la paz de la ciudad y rueguen por ella. 

Orar por la ciudad es una de las partes más importantes del evangelismo urbano. Las fuerzas espirituales que están trabajando en la ciudad, están luchando cada día, y cada vez que pisamos su territorio estamos participando en una guerra espiritual. Debemos orar y de verdad anhelar el SHALOM, el bienestar holístico, de nuestra ciudad. Y para orar eficazmente, debemos conocer profundamente nuestra ciudad. Necesitamos conocer sus ritmos, sus heridas, y su gente. 

Dios ya está trabajando en la ciudad, y la oración es nuestra conexión con él y con su trabajo. Cuando nos comprometemos con la oración pidiendo paz para la ciudad, Dios empieza a guiar nuestro camino hacia los encuentros diarios que Él quiere que tengamos, y Él sustituye el miedo por el amor. Será entonces cuando, en lo supuestamente mundano y secular, Dios nos use para evangelizar: para traer sus buenas noticias a la gente de nuestra ciudad. 

El evangelismo en la ciudad no se trata de la técnica más nueva o más grande (¡ojalá fuera así de fácil!). El evangelismo urbano está basado en crear relaciones interpersonales que sean estratégicas e intencionales. Y, simplemente, eso lleva tiempo. Si estás siendo llamado al evangelismo urbano, estás siendo llamado a una visión de largo plazo. Considera mudarte a un vecindario donde ves que Dios ya está trabajando. Pasa tiempo con personas en sus lugares de trabajo y tiempos de entretenimiento. Conoce a las personas que están involucradas en pecados sistémicos y hazte amigo de ellos. Sobre todo, ora por la paz en tu ciudad. Confía en que tu ciudad está en el corazón de Dios y que Él desea usar tu testimonio y tus interacciones cotidianas para traer paz a tu ciudad. 

 

Los autores de este articulo, Scott y Emily Armstrong, son los coordinadores de Mesoamérica Génesis.