Evangelización Urbana (parte 1)

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La ciudad tiene todo, ¿verdad? Escuelas y universidades, hospitales y consultorios médicos, teatros y centros comerciales – la lista ¡sigue y sigue! Con más oportunidades de empleo y acceso a servicios de salud y educación, es obvio por qué la gente quiere vivir en la ciudad. Las estadísticas globales nos dicen que la Región Mesoamérica ya es URBANA. Más del 80% de nuestra gente vive en una ciudad muy poblada, y muchas de estas personas no pertenecen a la Iglesia.

Tal vez estás pensando que la evangelización en la ciudad no es diferente a la de los suburbios o áreas rurales, pero estarías equivocado. ¿Cómo hacemos discípulos de personas que viven una vida acelerada y no tienen tiempo para Jesús? ¿Cómo creamos relaciones y ganamos la confianza de alguien que trabaja 7 días a la semana? ¿Cómo se ve la esperanza en medio de la drogadicción, las pandillas y la pobreza?

Primero lo primero: Dios tiene un plan para la ciudad. Tú tienes que creer esa verdad si quieres ser un evangelista urbano exitoso. A menudo cuando pensamos en la ciudad, pensamos en los problemas que se encuentran ahí – todo, desde el tráfico, la contaminación atmosférica, los horarios atareados, hasta las pandillas. Sin embargo, debemos empezar a ver la ciudad como Dios la ve: un lugar de influencia, donde la justicia y la paz se pueden obtener. Imaginemos por un minuto la visión revelada a nosotros en Apocalipsis 7:9-10,

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.” 

Este pasaje se desarrolla en ¡la CIUDAD de SION! La historia infinita de Dios continúa para siempre EN UNA CIUDAD. ¡Nos reuniremos con cada nación, tribu y lengua, y alabaremos a Dios para siempre! ¿No es interesante cómo nuestras ciudades ya se están convirtiendo en el hogar de tantas culturas al mismo tiempo? ¿Podríamos pensar que tal vez, solo tal vez, Dios ya nos está dando la oportunidad de experimentar un vistazo del cielo en el corazón de nuestras ciudades?

Jeremías 29:4-7 es otro pasaje que nos habla acerca de Dios y su deseo de usar a su pueblo para impactar la ciudad: 

“Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia: Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz.”

Este pasaje nos ofrece tres principios que debemos tener en mente al evangelizar en la ciudad: 

  • Debemos vivir en nuestra ciudad para amar nuestra ciudad.

  • Debemos ser una presencia continua en nuestra ciudad. 

  • Debemos orar por nuestra ciudad.

 

Debemos vivir en nuestra ciudad para amar nuestra ciudad.

Jeremías les dice claramente a los exiliados de Jerusalén (quienes por cierto eran ¡habitantes de una ciudad!) que “edifiquen casas y las habiten…” Él no les dice que disfruten de un breve descanso ahí o que lo vean como un destino turístico temporal. Él les dijo que habitaran ahí. 

Recientemente estuve en un taller escuchando a plantadores de iglesias urbanas quienes contaron sus experiencias, y uno de ellos dijo, “Si tú te estás transportando a la ciudad, significa que trabajas ahí, no que te preocupas por el vecindario.” Él se refería a que la ciudad es un ambiente acelerado, de ir y venir, para tanta gente que solo está ahí por 10 horas durante una jornada laboral. ¿Pero las personas que VIVEN en la ciudad? ¡Ellas siempre están ahí! Las decisiones que son tomadas por el gobierno local afectan sus vidas personales, los sistemas educativos moldean a sus hijos, la falta de transporte público ahí afecta su capacidad de empleo. 

¿Cómo es que vas a preocuparte por todas las dinámicas de la ciudad si no vives ahí? Muchas veces vemos el evangelismo como una tarea por cumplir, pero este modelo no funcionará en la ciudad. Si solamente estás llegando a la ciudad para evangelizar de vez en cuando, los vecinos empezarán a ver tu evangelismo como TRABAJO y no como amor. Y cada vecindario es diferente: una sola ciudad puede ser el hogar de cientos de comunidades diferentes quienes tienen su propia cultura y oportunidades. Por lo tanto, es muy importante vivir en el lugar donde estás evangelizando, porque son las interacciones cotidianas las que hablan más fuerte. 

Puesto que la vida se mueve tan aceleradamente, nuestras relaciones en la ciudad son típicamente construidas alrededor de actividades económicas. A menudo compramos nuestra comida mientras vamos al mismo supermercado, y así llegamos a conocer a los empleados locales. Vamos a un evento deportivo y conocemos a otros compañeros aficionados que tienen intereses similares. Disfrutamos la comunidad de un centro comercial local y entramos en contacto con otros quienes también están disfrutando de entretenimiento gratuito. Cada día, nuestras interacciones con otras personas son numerosas, pero convertirlas en un encuentro intencional es la clave para hacer evangelismo en la ciudad. Un contacto – o incluso una docena de contactos – no necesariamente permiten una relación duradera. Debemos vivir en la ciudad, lo que nos permite vivir la vida con nuestros vecinos, y que abre la puerta para conversaciones espirituales más profundas y para un evangelismo continuo a través de nuestro testimonio cotidiano. 

*Este artículo continuará en la próxima entrada

Los autores de este articulo, Scott y Emily Armstrong, son los coordinadores de Mesoamérica Génesis.