¿Hay buenas y malas oraciones?

Una iglesia Génesis involucra a todos en la intercesión por las necesidades de su comunidad y del mundo.

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Vamos a jugar.

¿Qué tienen en común las siguientes cosas?

El dedo gordo de la tía Edna

Un gato enfermo

Un cuarto auto de lujo

La destrucción de un jefe

Una gran pantalla de TV de plasma

Un huracán

¿Adivinaste correctamente?

Todas las cosas en la lista de arriba en realidad son peticiones de oración que he escuchado y que han sido compartidas por diferentes cristianos durante una clase de escuela dominical o un servicio de la iglesia.

Sí, el dedo gordo del pie que había sido aplastado y un gato que había vomitado temprano ese día, ambos hacen la lista.

Sí, creyentes adinerados han pedido por televisores de diseñador y múltiples autos de lujo.

Sí, una maestra que había experimentado conflicto constante con su jefe, pidió que Dios destruyera al director de la escuela.

Ah, y sí, un niños oró que un huracán golpeara su país para que cancelaran clases en su escuela.

Tal vez tú eres como yo – ¡no sabes si llorar o reír!

Ahora, necesitamos admitir que los seguidores de Cristo – como la gente en general – vienen en todas las formas, trasfondos, ambientes y personalidades. Así que las peticiones de oración algunas veces van a ser raras; de hecho, ¡estoy seguro que yo he tenido algunas como esas a través de los años!

La Biblia misma también exhorta: “echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7). Entonces, ¿no son todas las peticiones de oración mencionadas arriba, en un nivel básico, solo niños entregando sus cargas a su amoroso Padre? Una pregunta relacionada puede ser: ¿hay oraciones malas y oraciones buenas, y quién decide cuál es cuál?

Veamos esto de otra manera. La oración revela nuestras prioridades más grandes. Lo que oramos deja al descubierto la esencia de nuestra teología, nuestra visión del mundo, y de nosotros mismos.

Y muchas veces, quedamos desnudos, pidiendo por nuestra comodidad, en lugar de pedir por la salvación y el bienestar de quienes nos rodean.

La octava característica de una iglesia Génesis es que toda la iglesia intercede por las necesidades de su comunidad y del mundo.

Si decimos que nuestra prioridad más grande es alcanzar nuestra comunidad, ¿por qué siempre oramos por nosotros? Si decimos que tenemos una mentalidad global, ¿por qué la mayoría de nuestras oraciones tienen que ver con las necesidades y deseos de los miembros actuales de la iglesia?

¿Qué pasa si nuestro anhelo fuera por nuestra comunidad para que conociera y experimentara a Cristo? ¿Qué pasa si nuestro deseo más profundo fuera ver el mundo entero transformado por el amor de Jesús? ¿No sería notorio eso en nuestra forma de orar?

Pero hay otro componente de esto. Una iglesia Génesis involucra a todos en la congregación en interceder…

Todos.

¿Cuántos de nosotros incluimos a nuestros niños y jóvenes en las estrategias claves de oración en la iglesia? ¿La oración está enfocada primordialmente en los santos jubilados de la iglesia, quienes tienen más tiempo para dedicar a esos asuntos?

¿Qué pasa si invitamos niños y adolescentes a ser una parte vital en interceder por nuestra comunidad y mundo, porque creemos que son igual de efectivos que cualquiera para hablar Dios? ¿Qué pasa si no podemos imaginar excluirlos del esfuerzo que mueve montañas y hace que el reino avance, en el cual nos involucramos como iglesia?

Esto requerirá visión. Esto requerirá paciencia y creatividad. Pero si todas las edades de nuestras congregaciones oran fervientemente por la salvación y restauración de nuestras comunidades, ¡veremos realmente un avivamiento realizándose en nuestras naciones!

La tía Edna y su dedo gordo son parte de nuestra comunidad. Así que ora por ella – y por eso. Solo asegúrate que tú y tu congregación están orando mucho más por la transformación de familias, ciudades, y el mundo, que por tu comodidad personal – o la de ellos, de hecho. 

Una iglesia Génesis involucra a todos en la intercesión por las necesidades de su comunidad y del mundo.

--Scott Armstrong, misionero en la Iglesia del Nazareno